miércoles, 11 de abril de 2012

"Un anónimo al otro lado de la calle"

Al cruzar la calle lo vi, enfundado en una gabardina negra acorde con el cielo, intentaba ocultarse con las solapas el rostro, pero sus ojos, azules, encendidos como brasas en invierno, no conseguían camuflarse.
Una vez, y otra, y otra más, me dijeron que los ojos eran el espejo del alma y al observar los de aquel desconocido, no vislumbré más que pedazos del cristal.
No entendí por qué, pero noté como mis pupilas también se quebraban, era solo un hombre sin nombre ni apellidos para mí, sin embargo, por una razón incomprensible, sentí su mismo malestar, como si por un momento creyera que a mí me podría ocurrir los mismo, pero deseché la idea, pues mi vida y mi trabajo iban bien.
Ni siquiera sabía que le pasaba, ni si habría perdido a alguien, bien por cosa de Dios o de algún muchacho que se habría llevado a su mujer,amante, o compañera, pero en aquel instante, sentí su mismo dolor.
Estuve allí un buen rato, contemplándolo hasta el momento en el que dos hombres se acercaron a él, uniformados con trajes que costarían más de lo que yo imaginara y menos que la pena de aquel sin nombre, que cruzó conmigo la mirada, abrió los labios y pronunció algo que no logré escuchar.
No conseguí descifrar lo que le decían, solo recuerdo que el alma anónima le entregó unas llaves y luego se despidió de ellos rabioso e impotente,tras esto, salió de un piso una mujer y un niño pequeño, rubio y que no tendría más de cuatro años, se aproximaron al desconocido y lo abrazaron con fuerza, quizá hasta con llanto.
-Ya encontraremos donde vivir, ahora iremos a casa de los abuelos- logré escuchar que le decía a su hijo.
Se marcharon los tres, como lo hacían las olas al tocar la orilla.
Me mantuve allí no sé cuánto tiempo, tal vez horas, días o incluso años, solamente me acuerdo de que desperté tras caer un chaparrón, miré en un charco mi reflejo, y mis ojos, azules y encendidos como brasas en invierno, parecían fragmentos de vidrios rotos.
Al otro lado de la acera alguien me contemplaba curioso y a mi espaldas, dos hombres trajeados me rozaban con su respiración.
- Yo soy el siguiente- le anuncié al desconocido que me observaba.`
                                    Arturo G.Z.


1 comentario:

  1. ¡Está genial! *-* Has conseguido intrigarme y eso es difícil, ¡enhorabuena!^-^
    P.D.: Te dije que me pasaría y aquí estoy eh xD

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