lunes, 4 de febrero de 2013

"Tú, el cambio"



-Caminante, no hay camino, se hace camino al andar- decía Antonio Machado y yo, estudiante que está en primero de bachiller y  que pronto analizará diariamente su poesía, no sé si creerle. 
Quiero hacer filología hispánica y las tasas de la universidad no hacen más que subir como lo hace el pan en el horno, ese pan que a tantas personas les falta, y para colmar mi situación, están reduciendo el número de profesores interinos, ¿cómo conseguiré una plaza si los que hicieron lo mismo antaño están siendo expulsados?
Hay amigos míos, conocidos de  las ciudades, conciudadanos que no tienen la misma suerte que yo, que poseen pocas posibilidades, y a más de uno lo escucho decir que al finalizar el curso, irán a trabajar al campo porque la educación que nos desean dar, pronto será como la que se aprende en las montañas con las ovejas.
 Y entre risas, sé que llevan parte de razón. 
Escribo todo esto no porque me guíen el odio, ni la pena, no, nada de ello me lleva a vagar por el folio. Escribo todo esto porque yo, como muchos otros que han empezado a darse cuenta con esta impactante situación, creo que todo lo que está pasando, las obras inhumanas, dejar a familias en la calle, hacer que quien quiera una buena educación tenga que pagarla, convertir la vida de una persona en un negocio y la mentira en oro, nos afecta a todos, a cada uno de nosotros, no solo en mis fronteras, sino en el mundo entero.
Nada de lo que hay es nuevo, lo único que han hecho es acelerar el proceso hasta que por fin, la gente se ha dado cuenta de lo que hacían algunos.
Siempre que salgo a la calle noto pesimismo, como si nada pudiera cambiar, como si los únicos que pudieran transformar esta realidad fueran los que nos han traído a ella. Pero no, eso no es cierto, el cambio está en cada uno de nosotros, no en un talonario o un escaño. Cada cual es libre para cambiar su realidad, con tan solo cambiar la cara de derrota que nos implantaron por una sonrisa, ya habremos empezado el cambio.
Lo que me guía, es la idea de una educación pública de calidad, la idea de que ellos y yo, hijos de personas de carne y hueso, recibamos los conocimientos que nos robaron los billetes, anhelando que un día nadie tenga que pedir préstamos por su futuro, con la esperanza de que el camino que hace unos años perdimos, vuelva a ser pisado por nuestros pies. Conociendo que la llave del cambio no está en las noticias, en el odio, en las monedas o en otros, el cambio, está dentro de cada uno de nosotros. 


                                                                     Arturo G.Z.